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#254 ¿La Correspondencia Excluye la Verdad de los Contra-fácticos de la Libertad?

December 24, 2013
Q

Estimado Dr. Craig,

En el libro “Four Views on Divine Providence [Cuatro Visiones acerca de la Providencia Divina]”, el erudito Paul Kjoss Helseth planteó algunas preguntas acerca de su modelo molinista las cuales usted no tuvo la oportunidad de responder en detalle.

Para mí, de las preguntas que Helseth hizo, la más importante y crucial es esta:

¿Cuál es el estatus ontológico de los contra-fácticos de la libertad de las criaturas para los molinistas generalmente y para Dr. Craig en particular?” (p.101).

En mi opinión, el modelo molinista triunfa o pierde con la respuesta a la pregunta anterior.

Por lo que entiendo de la pregunta de Helseth, él está preguntando si dichos contra-fácticos se refieren a la realidad ontológicamente objetiva. (Él no está preguntando si esos contra-fácticos, proposiciones por sí, existen como objetos abstractos en algún sentido platónico).

Además, yo añadiría una pregunta similar a la de Helseth: ¿Cuál es el estatus ontológico de los enunciados “futuros” que pertenecen a la presciencia o conocimiento previo de Dios? ¿Se refieren ellos a una realidad ontológicamente existente, real y objetiva en el momento del conocimiento previo de Dios?

En su libro “The Only Wise God” [El Único Dios Sabio], usted argumenta que el conocimiento previo de Dios de que Jones “va” a ser X, no implica que Jones “deba” hacer X. (Jones aún está libre de hacer lo contrario, solamente que él no lo va a hacer).

Encuentro que este argumento no es satisfactorio a la luz de la pregunta de Helseth: ¿Cuál es el estatus ontológico de que la acción X (será realizada) por Jones?

Si X existe (objetivamente), entonces es imposible que Jones pudiera en realidad hacer lo contrario y la diferencia entre “va” y “deba” parece ser simplemente semántica o lingüística y no ontológica. (Observemos que Jones “pudiera” hacer lo contrario solamente en un sentido puramente teórico o lógico, no en un sentido ontológico o metafísico porque lo que va a hacer es fáctica y metafísicamente inevitable).

Si X no existe objetivamente (sino solamente DESPUÉS de que Jones realmente lo haga), entonces los enunciados acerca del futuro no son verdaderos y el conocimiento previo de Dios, en lo absoluto, no puede ser conocimiento (en el sentido de una creencia verdadera justificada). Por lo tanto, Dios no podría tener conocimiento previo de las decisiones libres de las criaturas.

Por lo tanto, ¿Un enunciado “futuro” se refiere a algo que existe objetivamente (por ejemplo, a un estado de cosas que realmente existe)?

Mi opinión laica es esta:

Los acontecimientos futuros fundamentados en las decisiones libres de las criaturas no existen antes de que sean realizados. El futuro no existe en ningún sentido objetivo. Por lo tanto, todos los enunciados “futuros” (no basados en la inferencia sino en el conocimiento previo real de las decisiones libres) no pueden ser verdaderos y por lo tanto Dios no tiene conocimiento previo.

Las decisiones libres se hacen verdaderas SOLO después que se hayan realizado de manera libre por el individuo y sólo en ese momento ellas tienen un valor de verdad que puede ser conocido por Dios.

Así que las proposiciones acerca del futuro no son verdaderas antes de que el futuro sea materializado.

Sin embargo, lo que es verdad son las consecuencias futuras de la suma de las acciones de todas las personas en un tiempo dado y posiblemente esto es lo que se podría saber en los casos de la precognición humana y la “presciencia” divina.

Las personas con facultades pre-cognitivas podrían saber (vía medios paranormales, concedamos) las consecuencias de las acciones de las personas (realizadas en un tiempo dado, digamos el 18 de febrero del 2012).

Por ejemplo, las consecuencias de las personas el 18 de febrero del 2012 van a producir, ceteris Paribus, estos y aquellos efectos específicos en el 2016 y estos efectos podrían ser conocidos AHORA por ciertos seres humanos (vía medios paranormales) y por Dios. Pero estos efectos pueden ser cambiados por las acciones de las personas en marzo del 2012.

Por lo tanto, para cada acción real, una consecuencia futura específica va a seguir y, en principio, ella pudiera ser conocida. Pero la próxima acción pudiera cambiar esas consecuencias y producir otras consecuencias, lo cual también se pudiera conocer o saber.

No sé si esta propuesta es muy ingenua o ignorante, pero me parece que está correcta, por lo menos, en un nivel intuitivo, como la mejor manera de hacer sentido de la compatibilidad de la presciencia, precognición y la libertad humana.

Gracias,

Mary

  • Venezuela

Dr. Craig

Dr. craig’s response


A [

Estoy contento por tu pregunta, Mary, porque me permite expandir sobre los comentarios que les hice a mis colegas contribuidores que leí en la convención ETS el pasado noviembre. Hay algunas confusiones en tu pregunta, de modo que permíteme llegar a ellas de una manera gradual.

En primer lugar, ¿cuál es el estatus ontológico de los contra-fácticos de la libertad de las criaturas? Esta es la pregunta que tanto Highfield como Helseth plantean. Helseth no desarrolla qué es lo que está supuesto a ser el problema. A veces Highfield parece sugerir que el Molinismo está comprometido con el Platonismo acerca de las proposiciones. Él alega,

Existe una realidad coeterna que no es Dios ni la criatura de Dios. Aún así, esta realidad cuasi-divina determina y limita lo que puede ser y hacer Dios. Las verdades necesarias determinan qué clase de divinidad puede ser Dios y las verdades del conocimiento medio determinan qué clase de mundo puede crear Dios.

Ahora, el desafío del Platonismo para la aseidad divina es uno que todos nosotros enfrentamos. Como demuestra el ejemplo de Highfield de las verdades necesarias, el problema no está limitado a las proposiciones contra-fácticas. Si las proposiciones de cualquier tipo son objetos abstractos no creados, entonces la aseidad de Dios está fatalmente comprometida. (Véase el simposium en el número más reciente de Philosophia Christi, la revista de la EPS, donde hay un intercambio de tres visiones sobre el tema). No hay posición sobre esta pregunta que sea de rigeur (requerida) para los Molinistas. Por mi parte, me inclino hacia una perspectiva nominal, la cual niega la existencia de los objetos abstractos como las proposiciones, incluyendo aquellas que expresan los contra-fácticos. Típicamente, podemos evitar el compromiso ontico con las proposiciones sencillamente al rehusar “ascender sistemáticamente” y, en vez de afirmar la verdad de alguna proposición, simplemente hacer la afirmación relevante.

Hay una variedad amplia de perspectivas nominales que está disponible para el teísta de hoy. Observé que la propia visión de Highfield es una clase de nominalismo: él niega que las proposiciones son objetos abstractos que existen independientemente de Dios o aun conceptos en la mente de Dios. En la visión de Highfield, realmente no hay proposiciones. Más bien, Dios simplemente se conoce a sí mismo como un objeto concreto. Al conocerse a sí mismo, Dios sabe lo que nosotros articulamos como verdades necesarias, por ejemplo “2+2=4,” “si está lloviendo, entonces está lloviendo,” “si p o q, y no p, entonces q, etc.

Highfield piensa que su relato no deja espacio para el conocimiento medio. Sin embargo, ¿está eso correcto? Al conocerse a sí mismo, Dios también conoce los límites lógicos en su poder para materializar ciertos estados de cosas. Por ejemplo, Él sabe que Él no puede crear una roca tan pesada que Él no pueda levantar. Pero exactamente de la misma manera, el Molinismo puede afirmar que Dios sabe que no puede ocasionar que si Pedro estuviera en circunstancias C, él afirmaría libremente a Cristo tres veces. Articulamos lo que Dios sabe al decir que Dios sabe o conoce que la proposición contra-fáctica que se expresa con “si Pedro estuviera en C, entonces él negaría libremente a Cristo tres veces” es verdadera. Pero el conocimiento de Dios no es proposicional en su modo. Él sencillamente se conoce a sí mismo y lo que Él puede hacer.

De modo que no pienso que las proposiciones contra-fácticas que le son conocidas a Dios por medio de Su conocimiento medio de cualquier manera existan.

Ahora bien, esta no es la manera que tú interpretas la pregunta de Helseth. Piensas que él está preguntando si esos contra-fácticos “se refieren a la realidad ontológicamente objetiva”. De igual manera, quieres saber si las proposiciones que se expresan por las oraciones con un tiempo verbal futuro “Se refieren ellos a una realidad ontológicamente existente, real y objetiva en el momento del conocimiento previo de Dios”.

Aquí es donde está la confusión. Las proposiciones u oraciones no se refieren a cosas. La referencia es una función de lo que se le llama “términos singulares” (palabras como nombres propios, descripciones definidas y demostrativas como “esto” y “eso”). Lo que las proposiciones u oraciones hacen, por lo menos en una teoría de verdad de la correspondencia, es corresponder con la realidad.

Por lo tanto, la pregunta se convierte en: ¿los contra-fácticos verdaderos de la libertad y de los enunciados del tiempo (verbal) futuro corresponden con la realidad? Pienso que sí. Me parece que tomar la verdad como la propiedad que corresponde con la realidad no requiere que todos los términos en una oración verdadera se refieran a los objetos que existen en el mundo. Creo que demasiados filósofos todavía están esclavizados a un tipo de teoría de lenguaje según la cual los términos exitosos de referencia deben tener objetos (denotaciones) que les corresponden en el mundo. Esa visión parece estar completamente equivocada. Con frecuencia afirmamos enunciados verdaderos los cuales contienen términos singulares que no denotan objetos existentes. Consideremos los siguientes ejemplos:

• La temperatura de hoy en Atlanta estará calurosa.

• La desilusión de Sherrie con su esposo era profunda e innegable.

• El precio de las boletas es de diez dólares.

• El miércoles cae entre el martes y el jueves.

• Su sinceridad fue conmovedora.

• Santiago no pudo pagar su hipoteca.

• El panorama del Valle Jezreel desde la cima de la montaña Monte Carmelo fue impresionante.

• Tu constante queja es inútil.

• La pérdida de Spassky terminó el duelo.

• Él lo hizo por amor a mí y a los niños.

Sería fantástico pensar que todos los términos singulares que aparecen en estas oraciones plausiblemente verdaderas tienen objetos en el mundo correspondientes a ellos.

Ejemplos como estos hay muchísimos. De hecho, he llegado a sospechar que los términos singulares que hacen referencia a objetos reales del mundo podrían realmente ser la excepción más que la regla en el lenguaje ordinario. Consideremos el siguiente párrafo que Michael Dummett cita de un periódico de Londres:

Margaret Thatcher dio ayer su más cruda advertencia acerca de los peligros del calentamiento global que causa la contaminación del aire. Pero ella no anunció una nueva política para combatir el cambio climático y el aumento del nivel del mar, sino que dio un compromiso calificado de que Gran Bretaña estabilizaría sus emisiones de dióxido de carbono—el gas del efecto invernadero más importante que altera el clima—para el año 2005. Gran Bretaña sólo podría cumplir con ese compromiso si otras naciones, no especificadas, prometen una restricción similar.

No hay nada inusual acerca de ese discurso, pero como señala Dummett, "Aparte de 'Margaret Thatcher,' 'aire' y 'mar', no hay un sustantivo o una frase sustantiva en este párrafo que incontrovertiblemente signifique o que se aplique a un objeto concreto [. . .]” 1 No hay necesidad de inflamar nuestra ontología con esos objetos extraños como lo harían las denotaciones de los términos singulares en el párrafo anterior.

Así que la unidad de correspondía, por así decir, no necesita considerarse como palabras individuales o como otras expresiones que son menos que una oración. Más bien, la correspondencia se podría tomar de obtener entre un enunciado como una totalidad y la palabra. Esa correspondencia holística es dada redundantemente por el llamado “Esquema T” de Alfred Tarski:

T. Para cada enunciado “S”, “S” es verdadero si y sólo si S.

De modo que por ejemplo, “la nieve es blanca” es verdadero si y sólo si la nieve es blanca. ¡Eso es todo lo que hay de una verdad como correspondencia! Así que para regresar a uno de nuestros ejemplos que se presentaron arriba, la oración “El miércoles cae entre el martes y el jueves” es verdadera si y sólo si el miércoles cae entre el martes y el jueves. Es algo equivocado buscar correlaciones en la realidad (en este caso miércoles) para todos los términos singulares presentados en la oración S.

La razón que algunos filósofos toman la correspondencia para insinuar objetos del mundo real correlacionados con los términos singulares de un enunciado es que ellos juntan una teoría de correspondencia de la verdad con otra llamada “la teoría de los truthmaker” [hacedores de verdad]. Esta es la doctrina de que (algunos) enunciados son verdaderos si y sólo si hay algo en el mundo que los haga verdadero. El maximalismo hacedor de verdad es la doctrina de que todo enunciado de verdad tiene un hacedor de verdad. La mayoría de los teóricos de la teoría de hacedor de verdad identifican el hacedor de verdad de un enunciado con el hecho o el estado de cosas reveladas por el esquema T que se describe arriba. Sin embargo, algunos filósofos parecen pensar que los hacedores de verdad de un enunciado son las denotaciones de los términos singulares empleados en el enunciado. En consecuencia, la verdad de la oración ya mencionada requiere que los miércoles existan como cosas reales en el mundo. Pero pienso que esta suposición no está justificada por dos razones.

En primer lugar, si la unidad de correspondencia por completa es enunciados, entonces la correspondencia no requiere que los hacedores de verdad de un enunciado sean los objetos (si alguno) correlacionados con sus términos singulares. Por ejemplo, el enunciado “Santiago no pudo pagar su hipoteca” es verdadero y corresponde a la realidad, pero sus hacedores de verdad no van a incluir una entidad como una hipoteca. Lo que algunos teóricos llaman “inductores de verdad” de un enunciado no podrían ser los objetos, si alguno, a lo que se refieren en el enunciado en cuestión. Pero aún ellos son hacedores de verdad, ya que son lo que hacen verdadero al enunciado relevante. Los proponentes del hacedor de verdad como John Heil y Heather Dyke han enfatizado que los hacedores de verdad de una oración no necesitan ser los referentes de los términos singulares en la oración. Dyke llama a la suposición de que las descripciones de la realidad generan una metafísica “la falacia representacional”. Es una falacia porque “sencillamente saber que una oración es verdadera no te dice qué la hace verdadera”.2 Ella observa que si el enunciado por completo, en vez de sus palabras, es el portador principal del significado, no tenemos que aceptar de que hay alguna entidad que es referente de cada palabra. Ella mantiene que meramente si un discurso incluye oraciones verdaderas, entonces hay algo acerca del mundo que constituye el hacedor de verdad para esas oraciones. Por lo tanto, el fracaso de los términos singulares de una oración de tener referentes del mundo real no implica que dicha oración no es una descripción verdadera de la realidad y de esa manera no corresponde a la realidad.

En segundo lugar, no todos los enunciados que corresponden a la realidad necesitan tener hacedores de verdad. El maximalismo hacedor de verdad es una doctrina controversial que sostiene la mayoría de pensadores. Trenton Merricks ha argumentado convincentemente que, como máximo, sólo las verdades acerca de las propiedades que realmente están compuestos por cosas que realmente existen deben tener hacedores de verdad. 3 Él proporciona un buen número de excepciones para la doctrina del maximalismo del hacedor de verdad, como los existenciales negativos y las generalizaciones universales como “los hobbits no existen” y “todos los cuervos son negros”, verdades morales como “las personas inocentes no deberían ser torturadas”, verdades temporalizadas como “los troyanos fueron derrotados”, verdades modales como “podría haber una docena más de partículas elementales”, contra-fácticos de libertad como “Si agente S estuviera en circunstancias C, él libremente haría la acción A”, y verdades de disposición como “Si se le pegara a este vaso, se rompería”. Merricks concluye que “algunas verdades no son verdaderas en virtud de cómo ellas están relacionadas a una entidad o entidades que existen”. 4 Aún esas verdades sí nos dicen acerca de cómo es el mundo y de ese modo puede ser dicho que corresponden a la realidad. Si pensamos de la correspondencia en relación al esquema T, entonces, como ilustra el ejemplo de Merricks, las verdades que corresponden a la realidad no necesitan tener hacedores de verdad. Si alguien insiste en los hacedores de verdad para los contra-fácticos y los enunciados del tiempo futuro, entonces uno simplemente puede recurrir a los contra-fácticos y a los hechos temporalizados revelados por el esquema T como sus hacedores de verdad. 5

En base a lo que he dicho, Mary, pienso que puedes ver por qué tu enunciado “Si X no existe objetivamente (sino solamente DESPUÉS de que Jones realmente lo haga), entonces los enunciados acerca del futuro no son verdaderos y el conocimiento previo de Dios, en lo absoluto, no puede ser conocimiento” no está justificado. Estoy de acuerdo con tu teoría del tiempo de que los acontecimientos futuros no existen. Pero no se deduce de una teoría temporalizada del tiempo que los enunciados en el tiempo futuro acerca de los acontecimientos contingentes no son verdaderos. Esa visión involucra una lógica anormal que niega el Principio de bivalencia (el principio que todas las proposiciones p son verdaderas o falsas) o interpreta todos los enunciados en el tiempo futuro como falsos, con todas los distanciamientos lógicos que resultan. Además, es una visión no bíblica, la cual es incompatible, no sólo con todos los enunciados del tiempo futuro en la Escritura, sino en especial con la presciencia o conocimiento previo de Dios y las profecías de acontecimientos contingentes futuros.

Referencia:

1 Michael Dummett, Frege: Philosophy of Mathematics [Frege: Filosofía de las Matemáticas] (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1991), p. 231.

2 Heather Dyke, Metaphysics and the Representational Fallacy [La Metafísica y la Falacia Representacional], Routledge Studies in Contemporary Philosophy (London: Routledge, 2008), p. 5; cf. John Heil, From an Ontological Point of View [Desde un Punto de Vista Ontológico] (Oxford: Clarendon Press, 2003), chap. 7.

3 Trenton Merricks, Truth and Ontology [La Verdad y la Ontología] (Oxford: Clarendon Press, 2007), p. xvii; cf. p. 168.

4 Ibid., p. 181.

5 See my article on this site “Middle Knowledge, Truth-Makers, and the Grounding Objection,” [Véase mi artículo en esta página Web titulado “El Conocimiento Medio, los Hacedores de Verdad y el Fundamento de la Objeción ] Faith and Philosophy 18 (2001): 337-52.

- William Lane Craig